domingo, 5 de junio de 2011

Corazón de Basura

Confundida, intenta avanzar torpemente entre estrechas paredes, dando tumbos, abstraída del mundo, sosteniéndose con sus delicados brazos, irrumpiendo en la oscuridad de una calleja sin nombre, sin tiempo.En soledad, cuando sólo la noche es dueña, descansa entre polvo y frío, muriendo como las horas, entibiando sus mejillas con llanto.Después de tantas copas sólo recuerda el puntazo en el pecho, la desazón que comenzó a entintarle la saliva con espesor amargo, el patético ir y venir de palabras sistemáticas, la cortesía doble e hiriente, el desenlace de un corazón machacado.Deshecha, prefiere sucumbir entre sucios ladrillos, a vivir con el alma sombría.Recoge sus piernas, un sollozo inunda el callejón, grita desconsolada contra el mugriento muro, el eco resuena quejumbroso en su mente. Maltrecho corazón, que fue a parar entre tus sucias manos, esa noche frívola donde violentaste sin compasión mi delicado torso, matando el aliento con tus falsas promesas, desgarrando con tus dedos mi carne, despedazando toda la sutileza de mi espectro, violando la inocencia de mi infantil sonrisa. Esa noche vacía después de ese lascivo beso que envolvió sus ansias con veneno, que destruyó la frágil coraza de sus tibios labios, que la devolvió a la viciada realidad, arrastrándola a esa callejuela a consumir memorias.Fue princesa, y ahora es puta, es mundana, es obscena, es basura, es escombro alado de esa pared vieja, es rabia, es llanto, es un lánguido cuerpo desplomado junto al pavimento, es despecho, es un conjunto grotesco de fluidos atrapados bajo un pantaloncito apretado, es pena, es el alcohol que esta haciendo efecto, es otro escupitajo en la cara, es la noche que penetra en su gélido cuerpo, es un aullido desesperado contra el abandono, es una joven ebria gritándole a un muro en la madrugada porque jugaron nuevamente con su dulce entrepierna prometiéndole un poco de amor.Opta por el olvido escondida en esa callejuela ordinaria, el pasivo letargo bajo las estrellas, la anestesia definitiva a sus patéticos anhelos, entregada a su delirio se tumba a esperar la muerte mientras se humedecen silenciosos sus ojos, y desfallece así, otra ves, pasando inadvertida, su esperanza, cayendo en un coma indolente.

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